Entrevista | Sandra Ferrer Valero, periodista e historiadora
Margaret Thatcher (1925-2013), mujer que ejerció como primera ministra de Reino Unido -y no como primera dama- entre los años 1979 y 1990, aseguraba que “cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender [los problemas] de llevar un país”. Una frase que viene muy al hilo de la actualidad, cuando dejamos atrás, por espacio de unos días, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora -8 de marzo-. No obstante, para conocer la actualidad en la que nos desenvolvemos, siempre es necesario desempolvar el pasado para averiguar, en este caso, cómo las mujeres han llegado hasta donde lo han hecho. Una experta en la materia es Sandra Ferrer Valero(Barcelona, 1976) periodista, historiadora, autora del libro Mujeres silenciadas en la Edad Media (Punto de vista Editores), y del portal www.mujeresenlahistoria.com, en el que de manera periódica publica artículos, perfiles y biografías sobre las féminas más célebres, pero también sobre aquellas desconocidas que cambiaron la historia. Sandra, además, es madre orgullosa, pero no por ello ha dejado de apasionarse por los libros y por la historia y las historias pasadas. Extrae tiempo para todo -demostrando que Margaret Thatcher estaba en lo cierto- hasta para conceder una entrevista, en la que hemos querido indagar más sobre sus investigaciones y su trabajo.
PREGUNTA: Sandra, desde hace más de cinco años gestionas un blog “dedicado a la historia en femenino”, tal y como publicas en tu biografía, ¿realmente se atribuye tantos hechos históricos a las mujeres como se merecen, o la sociedad del siglo XXI sigue sin demostrar todos sus logros?
RESPUESTA: Es cierto que cada vez son más los historiadores, investigadores y apasionados por el pasado que se están interesando por el papel de la mujer en la sociedad. También se están desterrando biografías de mujeres de las que habíamos oído hablar de lejos o de las que simplemente no sabíamos ni que existían. Creo que estamos en el buen camino. Aunque aún falta mucho trecho por recorrer.
P: Hace apenas un año has publicado el libro Mujeres silenciadas en la Edad Media: ¿Qué es lo que podemos encontrar tejido entre sus páginas?
R: El libro pretende recuperar la vida y la obra de mujeres que fueron silenciadas hasta hace bien poco. De todas ellas hay nombres que son más conocidos, como Cristina de Pizán, Hildegarda de Bingen o María de Francia, mientras que otras son desconocidas para el gran público porque ocupan un rincón muy escondido en algún libro de historia. Para mí ha sido fantástico sumergirme en la vida de todas ellas, en las que he descubierto biografías apasionantes y han ratificado algo que siempre había pensado: que las mujeres sí que destacaron o quisieron destacar en ámbitos tradicionalmente masculinos, pero o no las dejaron o simplemente la historia las ocultó.
P: Para situarnos, ¿en qué tesitura nos encontramos en la Edad Media?
R: La Edad Media heredó las ideas misóginas de la época clásica en la que filósofos como Aristóteles aseguraban que las mujeres eran seres incompletos. Los pensadores medievales, sobre todo miembros de la Iglesia, abrieron un amplio debate sobre la naturaleza femenina, preguntándose si teníamos alma, si teníamos algunas capacidades intelectuales, si éramos capaces de hacer algo más que dar a luz. En ese entorno hostil, las mujeres no se rindieron y algunas alcanzaron estatus que no se podrían haber ni imaginado.
P: El profesor Juan Carlos Conde, catedrático de la Universidad de Óxford y estudioso del caso de Teresa de Cartagena [monja sorda y conversa que en la Edad Media publicó dos obras muy alabadas por la crítica. La primera, de contenido religioso, estaba escrita con una maestría intachable. Por ello, muchos hombres pensaron que la religiosa no era la autora real. En la segunda, y tras las críticas recibidas, ensalzaba la capacidad de la mujer como autora de libros] es tajante: “el feminismo se creó en el siglo XX”. Y tú, Sandra, ¿qué opinas acerca de esta afirmación? ¿Puede hablarse de una especie de “feminismo” primigenio durante la Edad Media?
R: En mi humilde opinión, el feminismo como movimiento social y político activo y determinante se creó a mediados del siglo XIX. Pero como todo movimiento social, tuvo hitos en el pasado que sentaron sus bases. El caso de Cristina de Pizán en la Edad Media, el que cito en mi libro, pienso que es determinante. De hecho, su libro, La ciudad de las damas, fue recuperado por las feministas decimonónicas. También los escritos de Mary Wollstonecraf o de Olimpe de Gouges, ambas del siglo XVIII, sentaron las bases del feminismo moderno. Son sólo algunos ejemplos, que antes de que los feminismos, porque también creo que hubo varias corrientes feministas diferenciadas, iniciaron el camino en la lucha por la igualdad de sexos.
P: ¿Cómo defendían estas mujeres el status quo femenino pese al contexto en el que se movían?
R: Muchas de ellas utilizaron la palabra escrita. Sus libros, como la famosa Vindicación de los derechos de las mujeres de Wollstonecraft, o el magnífico Una habitación propia de Virginia Woolf, están repletos de reflexiones sobre lo absurdo que era la denigración de las mujeres por el simple hechos de no ser hombres. También utilizaron ejemplos del pasado para demostrar que si existieron mujeres que fueron capaces de realizar hechos destacados era porque estaban tan capacitadas, sino más, que los hombres. El catálogo de nombres femeninos que recuerda Cristina de Pizán en su Ciudad de las damas es ejemplificante. En otros casos simplemente se hicieron un hueco en un mundo masculino e intentaron recibir el respeto que se merecían.
P: ¿Cómo te decidiste a escribir este libro y por qué?
R: Después de muchos años buscando información sobre mujeres, me di cuenta que la Edad Media, que había sido una época especialmente complicada para el papel de la mujer en una sociedad marcada por las creencias religiosas que la intentaban relegar al mundo del hogar, tenía muy pocos nombres femeninos relevantes. A excepción de alguna reina o alguna santa, no había escritoras, científicas o pintoras cuya vida u obra hubiera trascendido. Uno de los casos que más me sorprendió fue el de Hildegarda de Bingen, una monja alemana con una biografía apasionante (fue científica, pensadora, pintora, compositora, autora de tratados médicos…) de la que se conocía muy poco y que ni la iglesia ni la sociedad científica le habían dado el reconocimiento que, a mi entender, se merecía. A partir de ahí, fui tirando del hilo y empecé a descubrir nombres propios con vidas curiosas, apasionantes, excepcionales. Todas ellas son las que me han acompañado en la creación del libro Mujeres silenciadas en la Edad Media.
P: ¿Por dónde se empieza Sandra Ferrer a escribir un libro como este?
R: Me ayudó mucho todo el trabajo previo que había hecho para el blog www.mujeresenlahistoria.com. A partir de lo que ya había investigado, estructuré la obra según distintos ámbitos de saber y de áreas artísticas y fui completando la información que ya tenía. Leí muchos libros y, sobre todo, me sumergí en la obra de Cristina de Pizán, Hildegarda de Bingen, María de Francia, Margarita Porete y todas las místicas medievales. Recuperar sus palabras supuso una gran inspiración que me susurraba al oído y me animaba a continuar con este humilde homenaje hacia todas ellas.
P: ¿Cómo sabes qué personajes escoger?
R: Por desgracia, en el caso de la Edad Media, no encontré un extenso elenco de mujeres con nombre y apellidos que me obligara a escoger. Todas las que encontré tienen su huequecito en el libro.
P: ¿Qué diferencia a las mujeres religiosas y/o místicas de esta época de las que no se encontraban ligadas a la religión?
Las mujeres que entraban en un convento no sólo se libraban del matrimonio, una institución que en aquellos años solía ser un contrato entre familias en el que los futuros cónyuges tenían poco que opinar. La mujer pasaba de la autoridad paterna a la del esposo. Si éste era benévolo con su esposa, podía disfrutar de una limitada libertad. Algo que no solía ser lo habitual. El matrimonio también incluía la obligación de ser madre, algo que en aquellos siglos no era una alegría en muchos casos. Eran muchas las mujeres que perdían la vida en el parto y estaban sometidas a la tristeza de ver una y otra vez cómo sus hijos nacían y morían en un lapso muy breve de tiempo. Los monasterios medievales, masculinos y femeninos, fueron irónicamente, una ventana abierta al conocimiento. Encerradas tras los muros monacales, las monjas pudieron acceder a obras que fuera de ellos no habrían podido ni imaginar que existían.
P: ¿Qué mensaje te gustaría que se les quedase grabado a las mujeres al cerrar la última página de tu libro? ¿Y a los hombres?
R: Simplemente que tanto hombres como mujeres sepan que en la Edad Media existieron mujeres excepcionales que tuvieron vidas dignas de ser rescatadas. Y que disfruten tanto o más que yo a la hora de descubrirlas.
P: ¿Qué mujer te inspira y por qué esta inspiración?
R: Pregunta muy difícil. A lo largo de estos años he conocido a tantas mujeres excepcionales que me es muy difícil escoger sólo a una. Pero quizás a Mary Wollstonecraft. Porque tuvo una vida difícil y fue una de las primeras mujeres que luchó abiertamente por sus derechos. Ah! Y fue la madre de otra gran mujer, la escritora Mary Shelley.
P: Hagamos un repaso por las mujeres del siglo XXI: ¿Qué opinas de Hillary Clinton, por ejemplo? Ya que eres periodista y precisamente los titulares anunciaban halagüeñas expectativas para ella después de este supermartes… ¿Una mujer en la Casa Blanca?
R: La verdad es que Hillary Clinton me cae bien y me gustaría mucho que una mujer no viviera en la Casa Blanca como Primera Dama sino como Presidenta. Y si esa mujer ha de ser Hillary creo que haría un buen papel.
P: Si miramos alrededor, ¿qué mujeres del siglo XXI destacarías?
R: Pues he de confesar que como estoy tan obsesionada con el pasado, estoy un poco despistada del presente. Pero creo que Malala es una mujer muy valiente. También algunas grandes actrices como Meryl Streep que últimamente está hablando en favor de los derechos de las mujeres.
P: Sandra, ¿qué conclusiones nos deja la contemporaneidad?
R: Creo que las mujeres hemos conseguido muchas cosas por las que nuestras antepasadas lucharon, pero perdimos cosas por el camino. Me preocupa sinceramente que la emancipación de la mujer vaya en detrimento de algo tan nuestro, que sólo nosotras podemos experimentar como es la maternidad. Ser madre se ha convertido en un handicap para la mujer trabajadora, por mucha conciliación que nos vendan. Cuando creo firmemente que tendría que ser nuestra seña de identidad, no para quedarnos en casa como antaño, sino para defender que el papel de la mujer como madre no sólo es una experiencia indescriptible, sino que nos hace importantes en la sociedad. Creo que no sabemos ponernos en nuestros lugar.
P: ¿Las mujeres sabemos defender a las mujeres?
R: Pues continuando con la reflexión anterior, creo que hay veces que no. Antes decía que hay muchos feminismos y muchas veces, por desgracia, van ligados a posiciones políticas de derechas o
izquierdas. Primero habría que dejar muy claro qué tipo de feminismo queremos. A mi la política no me atrae demasiado pero si tuviera que posicionarme a favor de un feminismo, sería el que defendiera a la mujer como tal, igual que el hombre en derechos civiles, pero diferente en su naturaleza. Cuántas mujeres se alejan de su feminidad para igualarse a los hombres. Creo que es un error. Las mujeres somos un sexo distinto al de los hombres. Tenemos cosas buenas y cosas menos buenas. Pero somos diferentes. Y eso no lo debemos olvidar. Me da mucha pena las mujeres que renuncian a algo tan maravilloso como la maternidad para hacerse un hueco en lo que llamamos en “mundo de los hombres”. Deberíamos poder ser mujeres y ejercer en igualdad en la sociedad.
P: En tu blog tienes diferentes categorías para englobar a cada mujer, ¿puedes escoger una de cada y decir por qué? [Reinas / aristócratas / políticas / religiosas / luchadoras / viajeras / pilotos / pintoras / escritoras / feministas / científicas].
R: Reinas: Leonor de Aquitania. Fue una mujer de armas tomar. Quiso ser dueña de su destino y aunque no lo consiguió al cien por cien sí que al menos lo intentó.
Aristócratas: Cualquiera de las matronas romanas que tuvieron un papel importante en la sociedad de Roma.
Políticas: Golda Meir por su papel en la historia de Israel.
Religiosas: Santa Clara. Fue una monja de carácter y por la que tengo un especial cariño por razones personales.
Luchadoras: Agustina de Aragón. Por protagonizar un importante papel en la historia de España durante la invasión napoleónica.
Viajeras: Lady Mary Montagu. Se empeñó en traer a Occidente la vacuna contra la viruela.
Pilotos: Marina Raskova. Los alemanes temblaban ante su presencia.
Escritoras: Jane Austen. Por los momentos inolvidables que me han regalado sus novelas.
Feministas: Mary Wollstonecraft, porque fue injustamente tratada por sus contemporáneos.
Científicas: Marie Curie, sin duda. Por su grandeza como científica y como persona.
P: Te centras en tu libro en la época en la que prácticamente se instituyó la educación reglada a través de la creación por ejemplo, de las universidades. ¿Se instruye a los ciudadanos del mañana lo suficiente en este sentido, en colegios y universidades, para que conozcan a las mujeres que escribieron la historia?
Creo que no. Poco a poco la historia de las mujeres se va introduciendo tímidamente en los planes de estudios pero aún es muy leve su presencia en los libros de texto.
P: ¿Qué planes de futuro tiene Sandra Ferrer? ¿Sobre qué te gustaría escribir?
Tengo una lista interminable de mujeres sobre las que investigar. No sólo porque las voy descubriendo en libros, también gracias a los seguidores de mis blogs que no paran de proponerme nombres para que las incluya. Tengo varias ideas en mi cabeza sobre mujeres a las que me gustaría dedicar un libro. Poco a poco.
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